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Referencias móviles con desmán
No somos de mucho insistir. En este país nuestro, conocimiento, el justo, y seguimiento ya ni te cuento. De ahí que nuestras series temporales sean más bien cortitas (cuando las hay) y seamos un excelente caldo de cultivo para el «síndrome de las referencias móviles», que describiera Daniel Pauly en 1995 (*). A falta de datos, vivimos de la anécdota y la memoria y tendemos a creer que el mundo comenzó con nosotros.
En el ámbito de la conservación, esta falta de perspectiva, o más bien su negación, conduce invariablemente a emitir juicios erróneos y favorece la aparición de cantamañanas. El desmán no se escapa a esta coyuntura.
El desmán nunca ha sido un mamífero popular. Nada útil se podía sacar de él. Poco relevante había que anotar y los años pasaban sin que quedase demasiada constancia de algún rasgo relevante de su biología.
Hace apenas 100 años que conocemos su distribución y poco más de 50 que tenemos una idea más o menos elaborada de su hábitat y de la magnitud de sus poblaciones. Durante el pasado siglo, al tiempo que lo ubicábamos en el mapa, su hábitat se degradaba de forma masiva y drástica. En los felices 1970-80 se recoge una gran cantidad de información, que crea la sensación de que el desmán es una «especie común», fácil de encontrar, sensación que pronto se demostrará falsa. Al tiempo que el hábitat agonizaba surgía una generación de naturalistas e investigadores ansiosos por conocer aquella fauna que se presumía ignota. Eran años en los que el desmán estaba en todas partes. Al hacer pesca eléctrica, en el estómago de una garza, ahogado en una central hidroeléctrica,… en Galicia, en Cuenca, en Cáceres, en Burgos, en Huesca,…
Durante los no menos felices 90 se constató definitivamente su desaparición en grandes áreas (Sistema Ibérico sur, mitad oriental del Sistema Central), pero ese continuo deterioro (de la especie y de su hábitat) no caló en el colectivo que, de un modo u otro, conocía su existencia. Tenemos mala predisposición a asimilar con naturalidad los cambios y menos aún si estos son negativos.
Y llegamos al momento actual. El desmán protagoniza en los últimos años varios proyectos de conservación ¡Por fin es la reina de la fiesta! Los problemas en su hábitat se mantienen y los inventarios más recientes evidencian un declive en porcentajes más que alarmantes en toda el área de distribución ¿Nuestra reacción? Mover la referencia. Que nadie nos arruine la fiesta. La situación puede ser preocupante, pero no es peor que la anterior. Hay que negar el cambio. Los desmanes siguen estando ahí. Son más duros de lo que parece. La culpa es del método de detección. Empecemos de cero ¿Contacto con la especie? ¡Ni con un palo! Busquemos excrementos, eso nunca falla. Son datos de libre interpretación ¿Gestión? Ya se nos irá ocurriendo algo.
¡Joder, con el síndrome!

Caricatura neoparadigmática del desmanero moderno
(*) En Cantabricus tratan el apasionante tema de las referencias móviles con un ejemplo que despeja cualquier duda.
Eramos pocos… y parió la abuela
¡Ya son ganas de ponerle más emoción al asunto! ¿No lo teníamos suficientemente complicado?¿Qué será lo siguiente que se le ocurrirá al portento este?
Eramos pocos y parió la abuela
Se llama Didymosphenia geminata, es una diatomea y ha venido para quedarse. O siempre ha estado aquí y no nos habíamos enterado, aunque todo apunta a que su origen es más boreal que mediterráneo. El caso es que le gustan las aguas limpias, someras, con pocos nutrientes. Allá por agosto, en estiaje, en tramos bien iluminados, cuando la temperatura del agua aumenta, le da por crecer desaforadamente. Y vaya si crece. Forma un manto mucilaginoso verde-amarillento de más de un centímetro de espesor que tapiza por completo el lecho del río. A veces extendiéndose varios kilómetros. El espectáculo es sobrecogedor. Viene a ser como si hubieran cubierto el río con espuma de poliuretano, de esa que sirve para rellenar huecos en los marcos de las ventanas.
Ni que decir tiene que las comunidades de organismos propios del río se ven seriamente afectadas y las cadenas tróficas se desbaratan. Aquí lo cuentan en detalle. El bloom algal durará algunas semanas, un par de meses a lo sumo. La primera crecida del otoño arrastrará este manto alienígena hecho jirones. Si no estamos atentos puede que no alcancemos a verlo.
Desgraciadamente muchos de los tramos de cabecera donde aún sobrevive el desmán reúnen en verano las condiciones favorables que he mencionado. No es descabellado suponer que ante una situación así nuestro amigo deba batirse en retirada. Un día sin comer es difícil de superar, varias semanas imposible. Son además los meses en los que los jóvenes están a punto de abandonar el territorio paterno. Muchas bocas y poca comida. Mal asunto.
Las fotografías son de Pirineos y del Sistema Ibérico, de tramos desmaneros que, de mantenerse esta situación, difícilmente podrán seguir siéndolo. Muchos ríos de la Cordillera Cantábrica sufren ya el fenómeno ¿Será esta la puntilla para el maltrecho desmán?
Por cierto, esto no hay quien lo saque del río y se vale de nosotros para colonizar nuevas cuencas. Viaja en nuestras botas, embarcaciones y demás cacharros que metemos en el agua. Razones no nos faltan para limpiar las herramientas. Esta es otra más y de peso. No seamos como aquel que decía: Yo, me ducho una vez al mes. Haga o no haga falta.
¿Estamos tontos o qué?
Aunque parezca mentira en asuntos de desmanes no existe una opinión unánime. Una peligrosa mezcla de ignorancia, ingenuidad, irresponsabilidad y algún que otro vendedor de crecepelo hace posible que la incertidumbre sobre el estado de conservación de la especie empiece a «ser un clásico».
Y mientras la casa sin barrer
¿Otra amenaza fantasma?
Un colega, al que le tengo mucha fe, me dijo hace tiempo que cuando la lista de presiones y amenazas «nos sale» muy larga es porque no tenemos ni idea de lo que realmente está pasando.
En el caso del desmán, la lista corta no es. Para qué nos vamos a engañar. Y no hace mucho nos ha dado por incluir al visón americano, al que acusamos de poner en peligro a todo lo que se menea. Y en algunos casos no faltará razón, pero en lo que se refiere al desmán se me antoja que estamos exagerando los méritos del invasor admirable.
Nadie duda que si se presenta la ocasión el visón se zampará al desmán. Ahora bien, otorgarle el honor de ser el causante principal de la desaparición de los desmanes en algunas regiones es mucho decir. Sobre todo con el castigo que hemos dado y seguimos dando a nuestros ríos.
El visón americano mantiene poblaciones estables en tramos medios y bajos, generalmente por debajo de los 1.000 m de altitud. Las poblaciones de desmán se extienden en un rango de altitud más amplio. Para el desmán, el visón va a suponer una presión más de la larga lista a la que atribuimos la pérdida de calidad del hábitat. Ningún favor le hace su presencia, pero no caigamos en la tentación de darle más importancia de la que realmente tiene y afinemos la lista de sospechosos ¿A ver si va a ser la nutria o el cárabo, o la garza, o el gato del cura…? Hay que trabajar más.