El desmán ibérico

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Eramos pocos y parió la abuela

Se llama Didymosphenia geminata, es una diatomea y ha venido para quedarse. O siempre ha estado aquí y no nos habíamos enterado, aunque todo apunta a que su origen es más boreal que mediterráneo. El caso es que le gustan las aguas limpias, someras, con pocos nutrientes. Allá por agosto, en estiaje, en tramos bien iluminados, cuando la temperatura del agua aumenta, le da por crecer desaforadamente. Y vaya si crece. Forma un manto mucilaginoso verde-amarillento de más de un centímetro de espesor que tapiza por completo el lecho del río. A veces extendiéndose varios kilómetros. El espectáculo es sobrecogedor. Viene a ser como si hubieran cubierto el río con espuma de poliuretano, de esa que sirve para rellenar huecos en los marcos de las ventanas. 

Ni que decir tiene que las comunidades de organismos propios del río se ven seriamente afectadas y las cadenas tróficas se desbaratan. Aquí lo cuentan en detalle.  El bloom algal durará algunas semanas, un par de meses a lo sumo. La primera crecida del otoño arrastrará este manto alienígena hecho jirones. Si no estamos atentos puede que no alcancemos a verlo.

Desgraciadamente muchos de los tramos de cabecera donde aún sobrevive el desmán reúnen en verano las condiciones favorables que he mencionado. No es descabellado suponer que ante una situación así nuestro amigo deba batirse en retirada. Un día sin comer es difícil de superar, varias semanas imposible. Son además los meses en los que los jóvenes están a punto de abandonar el territorio paterno. Muchas bocas y poca comida. Mal asunto.

Las fotografías son de Pirineos y del Sistema Ibérico, de tramos desmaneros que, de mantenerse esta situación, difícilmente podrán seguir siéndolo. Muchos ríos de la Cordillera Cantábrica sufren ya el fenómeno ¿Será esta la puntilla para el maltrecho desmán?

Por cierto, esto no hay quien lo saque del río y se vale de nosotros para colonizar nuevas cuencas. Viaja en nuestras botas, embarcaciones y demás cacharros que metemos en el agua. Razones no nos faltan para limpiar las herramientas. Esta es otra más y de peso. No seamos como aquel que decía: Yo, me ducho una vez al mes. Haga o no haga falta.


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