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La prensa haciendo el ridículo, de nuevo
Digna de la revista El Jueves es la presentación del desmán que recoge el diario El País en su edición digital de ayer. Una redacción lamentable (entre otras cosas, lo del «punto de mira» es para dar de hostias al redactor) y errores en la documentación desdibujan la imagen de una especie que en cualquier otro país de nuestro entorno sería emblemática, conocida y respetada.
Tras llamarle topillo, poco le ha faltado al escribano para contarnos que es el terror de sembrados y alfalfares.
¡Qué difícil es hacer conservación en un país de segunda!
Aquí el enlace, aquí la nota en pdf.
Tres días después, el desmán recupera su tamaño, pero sigue estando en el punto de mira.
Conservación de papel
Somos los amos de la papiroflexia. Nuestros parques de papel son la envidia de Europa y empapelamos con esmero a nuestras especies amenazadas. Dicen que el papel lo aguanta todo, pero el tiempo y el agua lo hacen inservible.
Eramos pocos y parió la abuela
Se llama Didymosphenia geminata, es una diatomea y ha venido para quedarse. O siempre ha estado aquí y no nos habíamos enterado, aunque todo apunta a que su origen es más boreal que mediterráneo. El caso es que le gustan las aguas limpias, someras, con pocos nutrientes. Allá por agosto, en estiaje, en tramos bien iluminados, cuando la temperatura del agua aumenta, le da por crecer desaforadamente. Y vaya si crece. Forma un manto mucilaginoso verde-amarillento de más de un centímetro de espesor que tapiza por completo el lecho del río. A veces extendiéndose varios kilómetros. El espectáculo es sobrecogedor. Viene a ser como si hubieran cubierto el río con espuma de poliuretano, de esa que sirve para rellenar huecos en los marcos de las ventanas.
Ni que decir tiene que las comunidades de organismos propios del río se ven seriamente afectadas y las cadenas tróficas se desbaratan. Aquí lo cuentan en detalle. El bloom algal durará algunas semanas, un par de meses a lo sumo. La primera crecida del otoño arrastrará este manto alienígena hecho jirones. Si no estamos atentos puede que no alcancemos a verlo.
Desgraciadamente muchos de los tramos de cabecera donde aún sobrevive el desmán reúnen en verano las condiciones favorables que he mencionado. No es descabellado suponer que ante una situación así nuestro amigo deba batirse en retirada. Un día sin comer es difícil de superar, varias semanas imposible. Son además los meses en los que los jóvenes están a punto de abandonar el territorio paterno. Muchas bocas y poca comida. Mal asunto.
Las fotografías son de Pirineos y del Sistema Ibérico, de tramos desmaneros que, de mantenerse esta situación, difícilmente podrán seguir siéndolo. Muchos ríos de la Cordillera Cantábrica sufren ya el fenómeno ¿Será esta la puntilla para el maltrecho desmán?
Por cierto, esto no hay quien lo saque del río y se vale de nosotros para colonizar nuevas cuencas. Viaja en nuestras botas, embarcaciones y demás cacharros que metemos en el agua. Razones no nos faltan para limpiar las herramientas. Esta es otra más y de peso. No seamos como aquel que decía: Yo, me ducho una vez al mes. Haga o no haga falta.
De estrategias y planes
Dos amigos se encuentran en la calle.
– ¡Hombre, Lucas! Te vienes al cine.
– Hoy no puedo. He quedado con María. Y tú ¿no tienes plan para esta noche?
– No, pero tengo una estrategia.
– Ah, vaya… Lo siento.
Está claro que es mejor «tener plan» que «tener una estrategia». Dentro de unos días se presenta la estrategia (de conservación) de nuestro desmán. Lo cuentan en la web del LIFE Desmania. Parece buena idea tener un conjunto de directrices para orientar la gestión. Unos cimientos. Pero nuestro desmán «quiere plan». De gestión, de conservación, de acción,… lo mismo da, pero plan. Movimiento. Las directrices están muy bien, pero hay que actuar ya. Después de diagnosticar al enfermo hay que aplicarle el tratamiento, sin demora. Por cierto, el primer plan de conservación del desmán en Francia finaliza el año que viene. No sería una tontería interesarse por como les está yendo.
«Traslocando» desmanes o como tirar por la calle de enmedio
Aunque solemos liarnos con la terminología (introducir, reintroducir, desplazar, reforzar) no cabe duda de que nos gusta enredar y además acabar cuanto antes. Que no tengo perdices, las echo, que me faltan corzos, ahí van dos docenas. Que los desmanes andan «ni fu ni fa», llena un caldero grande en Pirineos y lo vuelcas en Gredos. Problema resuelto.
De momento el caldero de desmanes es solo una intención, una pose, aunque no faltan partidarios de tan expeditiva actuación. Pensándolo bien no es tan mala idea.
Se abre el telón. Un cantamañanas se dirige al responsable de la conservación de la biodiversidad del territorio «X»:
– Buenos días. Venía por lo de los desmanes.
– ¿Ha identificado ya la población donante en estado de conservación favorable? ¿Qué criterios ha utilizado? ¿Podría detallarme el impacto que sufrirá la población de la que soy responsable? Y lo más importante ¿Ha traído el caldero?
– ¡Aquí está el caldero!
– Haber empezado por ahí. Proceda pues y que no le vuelva a ver. Buenos días.
El telón se cierra y se vuelve a abrir, y ya tenemos al cantamañanas en el territorio «Y», en la orilla del río, con un caldero lleno de desmanes, a punto de perpetrar la «traslocación». Las autoridades y la banda de música aguardan en sus puestos. El obispo se retrasa dando pie a que el cantamañanas y el responsable del territorio receptor comenten los detalles de la actuación:
– Parece que el tiempo acompaña…
– ¿Qué me trae aquí? ¿Ha tenido en cuenta la peculiar distribución de la variabilidad genética de la especie? ¿Contamos con una planificación de sueltas adecuada en tiempo y número? ¿Conocemos lo suficiente la biología de la especie como para esperar que sobreviva un porcentaje significativo de animales? ¿Se han corregido las causas que propiciaron el declive de la especie en el territorio receptor? ¿Contamos con un plan de seguimiento? ¿Población local y usuarios del río están al corriente y de acuerdo? Y lo que es más importante ¿Ha traído el caldero?
– No sé de que me habla, pero aquí esta el caldero bien lleno ¡Mire, ya llegó el obispo!
– Proceda pues y que no le vuelva a ver. Buenos días ¡Corra, que empieza el himno!
Fin de la obra y cerrada ovación.
Cuentan que la guía que la IUCN ha publicado este mismo año, para orientar actuaciones de este tipo, se ha relajado. Que ya no es tan difícil hacer las cosas bien. Sin embargo, tras su lectura, sigo sin estar convencido de que aquí estemos en condiciones de hacer nada de esto con el desmán ¡Pero si no sabemos ni cuantos huevos pone! Porque ¿pone huevos, no? Como el ornitorrinco…
En fin, toca leer.
Como apunte final. Para nuestra consternación, el Diccionario no incluye aún los términos «traslocar» o «translocar». De momento nos tenemos que conformar con «trasladar». Sí, ya lo sé, suena vulgar, pero es lo que hay. Habrá que hablar con algún académico.