Lunes, 27 de marzo de 1786. Estocolmo. No hace ni una semana de su fundación y la Svenska Akademien celebra su primera reunión de trabajo.
– A ver, caballeros ¿Por dónde empezamos?
– Presidente, Carl Nilsson nos envía una solicitud para que nombremos una serie de animales de reciente descubrimiento. La Académie française aún no se ha pronunciado a este respecto ¡Podríamos hacer prevalecer nuestro criterio en toda Europa!
– ¡Interesante! Al rey le agradará, sin duda. Esos franceses… ¿Y la academia española?
– No tenemos que preocuparnos de ellos. Andan muy ocupados discutiendo el presupuesto. Creo que quieren subirse otra vez el sueldo.
– Españoles… ¡No tienen arreglo! Bueno, a lo nuestro. No perdamos más tiempo entonces. Carl Nilsson… Ah, sí, Linnaeus, el de las flores y los bichos ¿Pero ese hombre no había muerto ya?
– Sí excelencia, hizo 8 años en enero. Un discípulo suyo nos ha hecho llegar la lista en su nombre. Por lo visto la redactó en su lecho de muerte.
– Siendo así, no hay más que hablar. A ver esa lista ¿Cuál es el primero? Castor moschatus. Cauda longa compresso-lanceolata, pedibus palmatis… ¿Pero esto que coño es?
– Latín, eminencia…
– ¡Ya lo sé, inepto! ¿Pero que quiere este Linnaeus que haga yo con esta monserga?
– El finado apuntó algunas sugerencias, por si fueran de ayuda para esta tarea.
– ¡Menos mal! A ver, la cosa ésta, Castor moschatus ¿Qué sugiere el señor Linnaeus?
– Parece ser una especie de ratón almizclero, por lo que el difunto nos advierte que no sería descabellado llamarlo «desmán». Así, tal cual.
– Pues sea. Apunte secretario. DESMÁN . Me gusta. Venga, el siguiente…
– Excelencia. Hay un pequeño problema. Al parecer esta palabra ya existe en castellano y en esa lengua viene a significar «exceso, desorden»…
– Nada, ¡Qué se joda Carlos III! Además con lo brutos que son no me extrañaría que acabaran encontrando el modo de poner en relación ambas acepciones. Está decidido, se queda como desmán ¡Siguiente!
La RAE parece muy convencida de que «desmán» viene del sueco. Y es que efectivamente Linneo así lo dejó escrito en la primera edición de su Fauna Svecica (1746).
Linneo sitúa en Suecia, de oídas (ya que no lo conocía aún), a ese «castor de cola larga lanceolada y aplanada». Y claro, se siente en la obligación de darle un nombre en su lengua. Quince años después, en la edición de 1761, cuando ya se refiere a él como Castor moschatus, persiste el error y sigue formando parte de la fauna sueca. Buffon en 1763, en un artículo en el que diferencia «l’ondatra et le desman» (el autor sueco las consideraba una misma especie), asume el nombre de desman. Y es que el francés también suponía sueco al desmán. Nada menos que en Lapponie lo colocaba. En fin, vaya lío. El caso es que su denominación científica se fue afinando con el tiempo, pero se quedó con el nombre sueco. La verdad es que teniendo a Linneo y Buffon de padrinos poco le debería importar.
Y nosotros cambiando al nuestro el apellido (ibérico en vez de pirenaico) porque nos parecía afrancesado ¡Lo que está mal es el nombre! Le dimos a un bicho que encontramos por primera vez en El Escorial un nombre sueco creado para una especie rusa. No tenemos arreglo. Mira, más listos son los portugueses: Toupeira-de-água. Sin tonterías. Con el almizclero de Graells nos deberíamos haber quedado.
Gran post y blog! Yo también votaría por cambiarlo, pero en serio. Llamarlo «Topo acuático» o «Topo de agua» sería hacerle un favor a la historia, al rigor científico, y al propio animal, que falta le hace.
No sé quien debería encargarse de eso, pero si la polla de agua ahora se llama gallineta, esto otro no debe ser muy difícil!
Es mi opinión, vaya.
Abrazos!