Hace un par de siglos comprar un libro era una aventura. El coloreado a mano de los grabados hacía que cada ejemplar fuese único. Para bien o para mal, claro. Tres ejemplos:
Del atlas de Schreber. Aquí, ¡ni tan mal!
Del atlas de Bertuch. Era un libro para niños (ricos, supongo) ¡Pobres criaturas!
De la Iconographie du règne animal de Cuvier. En este había que ser muy fino con los pinceles para estar a la altura del ilustrador original, Guérin-Méneville.
Me he leído casi todos los artículos del blog. Que mal camino lleva el asunto. Esperemos que la vida y milagros como empieza el título del blog sea premonitorio pues hara falta un milagro para la salvaguarda del hábitat de la especie. Mucho ánimo. Jorge Sánchez